Llegamos al Palacio de Vistalegre, aparcamos y nos fuimos a la cola. ¿Dónde coño empieza esto? Empezamos a caminar buscando el final y descubrimos que daba una vuelta completa al recinto, finalizando prácticamente donde comenzaba. Trucos de prestidigitadores, la fuerzas del orden público ordenando poco... con un chasquido de nuestros pulgares y nuestros corazones -digitalmente hablando-, y pasándonos nuestra ética y moral por algún sitio, estábamos ya dentro.
Ahí estábamos, pertrechados con nuestros minis de cerveza, esperando a que saliesen los teloneros:
Mistery Jets. ¿Y esos quienes son? No entiendo muy bien el concepto ese de traerte a unos tipos desde Inglaterra para que giren contigo y que te dediques a putearles con el sonido, porque en el rock -¡por San Bo Diddley y San Eddie Cochran, entre otros!- todo suena mejor si las guitarras se escuchan. El caso es que, entre que el sonido era malo y que aparentan ser un poco flojos, me aburrieron bastante.
Y tampoco entiendo muy bien el concepto ese de que toquen los teloneros poco más de media hora y que después, en vez de salir el grupo principal, con el ambiente caldeado -por decir algo-, estos echen un telón y se tiren cerca de cuarenta y cinco minutos reorganizando el escenario.
Durante ese rato, el Txingurri y yo estuvimos especulando sobre con qué tema empezarían. Yo dije, pues hombre, empezarán con alguna fuerte del primer disco o con la primera del segundo... Pero no, aquí los amiguetes de Sheffield, arrancaron con uno de esos maravillosos y -no encuentro calificativos- temas del último disco. Y siguieron... ¿Qué les ha pasado a todos los brit-poppies estos, que al tercer disco han perdido fuelle? Los Arctic se han dejado los pelos largos y les ha dado por el misticismo y el oscurantismo. El concierto fue corto, se tocaron como cuatro del primer disco, no muchas más del segundo y prefirieron torturarnos -y reírse de nosotros- dando la plasta con su último trabajo. Grandioso el momento del final del concierto -bueno, el de antes de los bises-, tocando una canción lenta y coñazo, lanzaron papelitos de colores con unos cañones de aire... y luego, para acabar los bises -dos temas-, un tema lento... lento... lento... ¿Quién cojones les aconseja en cuanto a lo qué es un espectáculo de rock? Al salir, al Txingurri le salió la vena bizkaitzarra y viendo el autobus de los
Monos del Ártico, empezó a plantear eso de "¡Había que apedrearlo!".
En fin, que lo más entretenido fue lo de avanzar entre la gente aprovechando los pocos pogos que hubo y ver como algún 'teenager' -¡qué cool que soy!- se cocía dentro de su chupa de cuero marca Springfield.
Y ahora, documento gráfico, que también podría llamarse 'Cómo hacer zoom sin usar el zoom. Venga, tía p'alante'.
Así aprendimos una nueva lección del libro gordo de Petete, la 1201 -¡por lo menos!-: No más conciertos multitudinarios de grupos poppies, con lo bien que se vive en el Gruta 77 o en la Sala El Sol.
PD: El viernes también trajo buenas noticias. Siniestro Total marchó a Houston, Texas, para meterse en el estudio con Joe Hardy y parir un nuevo disco.