Llegó el sábado a Avesnes. Y con él, Carlos, Rebe y Ángel desde París. A partir de las previsiones meteorológicas decidimos ir a
Brujas, en la parte flamenca de Bélgica. Acertaron: un poco de niebla durante el camino, pero completamente despejado al llegar.
Brujas se podría ver como una especie de parque temático -salvando las distancias- completamente orientado al turismo. Ciudad de fantasia, etc, etc, etc, dicen que muy en la onda de Praga -¡Está praguizado! me dijo alguien hace algún tiempo-.
Comimos tirados en el cesped, junto a un iglesia. El menú: bocatas de panceta y morcilla de burgos. Aderezado con cerveza.
Mucha tienda de chocolate, muchos canales, muchos turistas... pero tiene su encanto.
¿He dicho que la ciudad está plagada de canales?
Regresamos a Avesnes vía Mons -donde seguía lloviendo y cayeron algunas cervezas de abadía- y cenamos unas pizzas -joder, le echan nata, agh-.
Coninuará. ¡En su bat-canal habitual!