HISTORIA DE UN 'NO CONCIERTO'

O como hacer el capullo una noche de Jueves en la 'gran ciudad'.

La idea es, básicamente, que cuando se supone que vas a un sitio con invitación, siempre corres el riesgo de que al tipo que tiene que dar tu nombre, se le olvide darlo u omita la coletilla 'más invitado'. Y eso es, básicamente, lo que pasó ayer.

Llegué a Plaza de ¡España! (se me llena la boca y me saltan las babillas cuando lo digo, ¡como a Espe! Esa 'lideresa' de centro, liberal y progresista... ella dixit, a mi no me miren) media hora antes de las diez, que era la hora a la que había quedado con el Comediante. Tras una visitilla a los chinos para proveerme de cerveza, me fui a esperar a la parada de metro. Y tras media hora de ver pasar alguna que otra guiri macizorra, apareció el señor Alberto.

De ahí a la sala, entrando como VIPs. Y... ¡Oh, sorpresa! ¡Oh, crueles designios de los hados hacía mi persona! A Alberto le habían apuntado en la lista de una entrada, sólo una, no dos. La tipa de taquilla no estaba muy por la labor de tirarse el rollo con nosotros, las entradas a la venta llevaban agotadas por lo menos desde el lunes y el de las invitaciones (por no llamarle de otra manera) no daba señales de vida vía móvil. Así que este vuestro sufrido héroe (parafraseando a Dostoievsky), triste y azul, se alejó caminando solitario por la Gran Vía hacía Callao, dónde tras pillar el metro enfiló hacia Avenida de América y 'la aldea'. Que parecía más aldea que nunca, por cierto.

Por lo menos el viaje me sirvió para leerme uno de los libros que tenía pendientes por la estantería: 'Cuento de Abril', de Valle-Inclán. Está bien.