Última etapa del viaje y día cosmopolita: desayuno en Francia, comida en Bélgica y cena en España.
Buscando algo que quedase de camino al aeropuerto de Charleroie, encontramos
Thuin, en Bélgica.
El pueblo se encuentra enclavado sobre el río Sambre.
Y tradicionalmente, parte de sus habitantes se han dedicado a la navegación fluvial.
Antes de comer nos dió tiempo de visitar por fuera las ruinas de la
Abadía de Aulne.
Donde también hacen su propia cerveza -el tour duraba como una hora y no nos daba tiempo de pararnos demasiado-.
Así que ese día comimos un par de bocatas, tirados en un trozo de césped frente al
Château du Fosteau.
Mientras que a nuestras espaldas teniamos un bucólico paisaje de campos belgas.
Llegamos al aeropuerto poco después de las cuatro y a eso de las 6, el avión partió hacia Madrid y, un par de horas después, mientras leía
'El Album Negro', de
Hanif Kureishi, a través de la ventanilla pude contemplar, como si de una maqueta se tratase, las torres de la Ciudad Deportiva, el Vicente Calderón, el edificio Telefónica... Y el disfrute de la vista hubiera sido completo si el giro y descenso del avión hasta el aeropuerto de Barajas no me hubiera estado machacando los oídos.
Fin, que esto se estaba eternizando.