SUFRIMIENTO EN LAS BUTACAS DEL CERVANTES

El cineclub es... como una de cal y otra de arena, salvo que a veces abundan las de arena.

Esta semana, "En el séptimo cielo", de Andreas Dresen -el mismo de la floja Verano en Berlin-. Y más que en el séptimo cielo, durante los 98 minutos que duró, estuvimos en el dantesco séptimo infierno. Y eso que en el papel que te dan a la entrada decía el crítico de El País:

"En el séptimo cielo, producción dirigida por Andreas Dresen, puede ser una película única".

Después de verla no se si con esto quería dar a entender algo bueno o era una afirmación amarga. Y seguía:

"Una película sensible, cálida y respetuosa dentro de su evidente transgresión".

Es que no tiene mucho más aparte de lo transgresor que resulta ver a un cuasi-octogenario montárselo sobre la alfombra con una adultera sexagenaria. Y lo de respetuosa, no será con el espectador, ¿no? Más, más.

"Dresen, algo así como el Fernando León de Aranoa (por sus temáticas), impone su mirada en cada poro de la piel".

Qué poético. ¿Qué te ha hecho Fernando, para que le jodas la vida con este tipo de comparaciones? Y cerraba su crítica con:

"Dresen toma partido. Y, a buen seguro, el espectador saldrá con ganas de alinearse. O sea, un éxito".

What!!! El espectador se alineara, clato que sí, ¡para partirle las piernas! Que suplicio.

Conclusión: infumable. Y todo para que al final, ¡el marido se suicide! Sí, os he spoileado vilmente. Pero deberías agradecermelo, os he ahorrado desperdiciar 98 minutos de vuestra vida.