UN VIAJE POR PARTES (V)

No se puede perder dos veces un avión, así que al día siguiente elegimos algo que quedase de camino a Charleroie. Y así, a modo de adivinanza, ¿dónde fuimos?

Pues sí, aparte de fabricar su propia cerveza -tres tipos-, Chimay es un pueblo lo suficientemente atractivo como para pasar un rato.

De allí fuimos hasta Charleroie por carreteras secundarias, parando en Beaumont para comer en una friterie -rápido y barato-. Y esta vez nadie perdió el avión. Una vez que Ángel atravesó el arco de seguridad nosotros nos encaminamos hacia nuestro siguiente destino. Siguiendo con las adivinanzas...

En el pueblo de Waterloo en sí no hay mucho que ver. Una iglesia, el museo Wellington y... la cervecería Wellington, la peluquería Wellington... supongo que el sex-shop Wellington también. Es a las afueras, en el lugar de la batalla, donde se concentra el auténtico atractivo turístico. Pero todo cierra a las 6:30, así que lo máximo que vimos fue el montículo este del león -y desde abajo-.

Volvimos a la France, con parada técnica en Maubeuge para cenar en una crêperie. Ya en casa de Zepezlin clausuramos viendo "Lucio", un documental sobre un anarquista español que sajó, con objeto de financiar grupos revolucionarios, un buen pastizal al norteamericano First National City Bank mediante la falsificación de cheques de viaje. No está mal, aunque a veces tiene sus fisuras -hay cosas que no estarían bien vistas ahora- cuando evita entrar en ciertos detalles sobre a qué grupos llegó el dinero.

Otro día, más.